En un entorno de frondoso bosque se encuentran las cascadas de Oneta, tres espectaculares saltos de agua a los que se puede llegar haciendo una pequeña ruta de senderismo. ¡Te lo enseñamos!

Índice de contenido del post

El comienzo de nuestra ruta hacia las cascadas de Oneta
El sendero hacia las cascadas
Cascadas de Oneta
El camino de vuelta
Los molinos de las cascadas de Oneta
Información práctica
– Cómo llegar
– Horarios
– Precio

El comienzo de nuestra ruta hacia las cascadas de Oneta

Nuestra aventura comienza según nos desviamos de la AS-37 y nos adentramos por una sinuosa carretera por la que parece que no vamos en el sentido correcto. Muchas veces dudamos de estar metiéndonos en propiedad privada, pero como veíamos que otros coches hacían lo mismo, continuamos con nuestro recorrido. 

Curva tras curva, en una carretera que se estrecha a ratos, vemos como cada vez estamos a más altura, como la costa queda cada vez más lejos y podemos ver una impresionante estampa de la costa occidental de Asturias desde lo alto. Un skyline de molinos de viento marca nuestro recorrido por las alturas. 

Tras un buen rato, el GPS nos manda por otra carretera. Tenemos la esperanza de encontrarnos con una carretera principal. Sin embargo, la suerte no está de nuestro lado. Nuestro desvío es hacia una carretera aún más estrecha, más sinuosa y en la que el vértigo se descontrola. Difícilmente caben dos coches, pero por suerte es temprano y el silencio y la tranquilidad reinan en nuestro descenso. 

En apenas unos minutos llegamos a nuestro destino, el pequeño pueblo de Oneta. Salvo algunos madrugadores que trabajan la tierra, el pueblo duerme y el aparcamiento está completamente vacío. La única cafetería está cerrada y la oficina de turismo, cerrada a cal y canto. Justo al lado del aparcamiento, vemos un cartel informativo y el sendero que marcará nuestro recorrido.

El sendero hacia las cascadas

El camino parece sencillo. Avanzamos por un amplio sendero en el que se alternan prados verdes con campos de maíz, abrigados por montañas salpicadas de casitas. No hay ni un alma, solo algún agricultor que pasa por allí para empezar su jornada con su perro juguetón y algún gato curioso que huye en cuanto ve que lo estamos mirando. 

Parece que caminemos hacia el horizonte. Pero en apenas unos cientos de metros comenzamos a bajar y a bajar. Nos adentramos en un frondoso bosque y la humedad se respira y se palpa en el ambiente. La escuchamos. Está cerca.

Cascadas de Oneta

Solo unos minutos más tarde, allí está ella, la Firvía, que es así como se llama, imponente, demostrando su poder, abriéndose paso desde más de 20 metros de altura y demostrando su fuerza al caer estrepitosa en una poza. 

En completa soledad, admiramos el impresionante salto de agua y por un instante viajamos en el espacio y en el tiempo. Nos vamos sin pretenderlo de vuelta a Bali o a Costa Rica porque este paisaje parece más propio de otras latitudes. 

Exploramos el entorno, el arroyo que fluye desde la cascada y el sendero que continúa. Cada vez es más estrecho, más sinuoso, menos fácil de intuir y con más barro. No obstante, una cascada es demasiada tentación. Sé que son apenas unos cientos de metros los que nos separan de la siguiente cascada y el camino, aunque algo más incómodo, tampoco parece especialmente peligroso. 

Estamos muy cerca de la siguiente cascada, la Ulloa, cuando Kiko decide no continuar, así que continúo adentrándome sola por el sendero, tratando de evitar el barro y apartando las ramas de la frondosa vegetación que crece salvaje. En muy pocos minutos escucho el estruendo delicado del agua. Enseguida la veo. Es más pequeña que la anterior, pero no por eso menos impresionante. Es diferente, pero igualmente bella, un remanso de paz que en poco tiempo se llena de senderistas que, como yo, no pueden resistirse al magnetismo de una cascada. 

Llegar a la segunda cascada no ha sido complicado y siento la tentación de avanzar hacia la tercera, pero Kiko se ha quedado atrás y decido emprender el camino de vuelta. Nuestra siguiente parada en Asturias aguarda. 

El camino de vuelta de las Cascadas de Oneta

Volvemos hacia el punto de partida siguiendo la misma ruta que tomamos para llegar, pero todo es diferente a la vuelta. El sendero se ha ido llenando poco a poco de senderistas. 

Ya no hay silencio. Según avanzamos hacia la primera cascada en nuestro camino de vuelta, los grupos son cada vez más numerosos. Niños, abuelos… familias enteras se han animado a hacer la ruta este sábado soleado de agosto. Hay vida, pero el entorno ya no es el mismo. Se ha perdido la magia, el misterio, el sentirse como en un cuento de hadas. 

El sendero de vuelta es en ascenso y se hace más pesado a cada paso. El sol se ha ido abriendo paso, calentando el día, y al cruzarnos con los numerosos grupos nos volvemos a poner la mascarilla. Finalmente, llegamos para coger nuestro coche y parece que el pueblo haya cambiado. No hay ni un sitio libre en el aparcamiento. En el bar, las mesas están llenas de gente que ríe y toma un respiro antes o después de emprender su ruta de las cascadas de Oneta. 

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Los molinos en la ruta de las Cascadas de Oneta

La impresionante belleza de las cascadas de Oneta ha eclipsado otro de los puntos de interés que podemos encontrar en esta ruta, los molinos para moler el cereal. Desde la prehistoria, estos ingenios han facilitado la labor y han hecho posible alimentar a familias enteras.

Los molinos que podemos encontrar en esta ruta aprovechan la fuerza del agua para mover su mecanismo y moler así el trigo que permitía preparar el pan, el alimento básico cuando no el único de la dieta en esta zona. Hoy, aún podemos visitar por dentro los molinos que encontramos en esta ruta y admirar la maquinaria de la época. 

Información práctica para visitar las cascadas de Oneta

¿Cómo llegar a las cascadas de Oneta? 

Aunque nosotros llegamos a las cascadas de Oneta siguiendo el GPS y atravesando el parque eólico, lo cierto es que esta no es la mejor ruta para llegar. Antes de emprender el camino hacia nuestra segunda parada, consultamos en la oficina de turismo y nos indicaron otro camino que, a nuestro parecer, es bastante más cómodo. 

Para ello, hay que llegar hasta el pueblo de Villayón (desde Navia si vienes por la A-8) y desde Villayón tomar la AS -25 y luego la AS-36 hasta el pueblecito de Oneta. En el mapa a continuación te marcamos también este pueblecito para que lo tengas algo más fácil. 

Horarios 

No hay controles de horario, así que puedes ir a cualquier hora, cualquier día del año. Únicamente ten en cuenta que no hay luz artificial y que el camino puede ser complicado si se hace de noche. 

Precio

Gratis, tanto el acceso a la cascada como el aparcamiento. 

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